La subida desde el puerto hasta Thira, la capital, es de lo más pintoresca, un sinfín de curvas a cada cual mas cerrada nos llevarán hasta lo más alto donde alcanzaremos unas vistas que a nadie dejaran indiferente.
Una vez en Thira, será actividad obligatoria el perdernos entre sus callejones infestados de tiendas cuyo unico objetivo es sacarle los cuartos al viajero.
Las playas de Santorini son en su mayoria volcánicas, por lo que la arena negra sera una constante en nuestras visitas a la costa. No obstante existen lugares diferentes que podremos contemplar: la playa roja o la playa blanca, llamadas así por el color de los acantilados que las custodian.
Otra visita obligada deberá ser el volcan que domina la caldera. Las aguas de color rojo intenso que bañan el islote volcánico proporcionarán al viajero sensaciones únicas.
Consejo: aconsejamos llevar el día que se realice esta excursión un bañador al que le tengamos poco aprecio y una cámara acuatica para inmortalizar el momento.
Existe muchos lugares para comer en Santorini, sin embargo todos ellos responden a un mismo patrón, comida abundante, más o menos barata pero de calidad muy dudosa.
Desde aqui queremos recomendar el restaurante Ozuri, donde el precio no está reñido con la calidad. Atencion a su más que notable mussaka.
Y por último, no podemos acabar el día sin presenciar la puesta del sol. Se dice que el mejor lugar para presenciarla es desde el pueblecito de Oia, sin embargo, las ordas de turistas que campan a sus anchas por el mencionado pueblecito, hacen de la puesta de sol un evento demasiado masificado y desprovisto del encanto que el momento merece.
Mi recomendación es recorrer la costa norte de la isla y ahí buscar un lugar desde el cual disfrutar de la batalla que libra el sol cada dia por vencer al horizonte, tranquilamente, en silencio y sobre todo en buena compañía.
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